611-EL VELERO

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611-EL VELERO

Soñé con Eolo,el velero que tuvimos en familia desde cumplidos los veinticinco años de casados.

Aquel bello velero que nos regaló la familia  Raigoza Buch en agradecimiento por haber salvado la vida a su hijo cuando cayó al mar desde la cubierta del buque turístico .

Las cosas sucedieron de esta forma:durante el verano del 32 embarcamos en Marsella en el buque Aliotis cuarenta familias en un tour de cinco días por las costas del Mediterraneo.

Todo transcurría en precisa normalidad.

Era un viaje agradable durante ese cálido agosto .

Habíamos tomado el viaje mi mujer Eva y yo,como pretexto para celebrar nuestras bodas de plata acompañados de nuestro hijo Elias de doce años de edad y Margarita de 10 años.

El barco era cómodo y disponía de mesas de juego ,una plataforma de lanzamiento de plato y una pequeña cancha de tenis donde fundamentalmente se divertían los niños con sus raquetas y pelotas de ping pong.

Elias ,nuestro hijo, trabó amistad con Julián el hijo de la familia Raigoza Buch,chico de la misma edad.

No sabemos cómo, pero cuando los dos chicos jugaban al tenis,la pelota lanzada por mi hijo iba hacia afuera del barco y fue cuando Julián quiso alcanzarla antes de que saliese ,pero con tan mala suerte ,que el chico colgó de la baranda y el cuerpo en vez de regresar a la cubierta se balanceó y terminó cayendo al mar.

Como fui  buceador en mi juventud no lo pensé y desde la baranda me lancé para rescatar al chico.

En la cubierta sus padres y los pasajeros gritaban desesperados imaginando que lo peor podría suceder con las hélices del barco.

Por fortuna pude tomarlo a tiempo y tranquilizarlo mientras lo sostenía en flotación.

El buque entró en emergencia y el capitán procedió a detener los motores mientras la marinería del barco bajó inmediatamente un ligero bote con motor y dos marinos que se hicieron cargo del rescate.

Tuve la suerte de salvar al chico y pronto estuvimos sanos y salvos en cubierta.

Don Salomón Raigoza y su mujer Berta Buch no sabían cómo agradecer lo hecho a su hijo.Lloraban emocionados por verlo a salvo después de la grave situación vivida.

Durante los días de viaje hicimos gran amistad y quedamos de comunicarnos una vez concluido.

Terminado el viaje las dos familias nos abrazamos,intercambiamos nuestras direcciones y prometimos vernos pronto.

No habían pasado quince días de haber culminado aquel viaje cuando en casa se presentó un agente de la empresa del señor Salomón Raigoza  invitándonos a ir al club náutico en el cual se hallaba un catálogo de veleros nuevos en venta.

El señor Salomón quiere que usted elija un velero nuevo y por favor que acepte dicho regalo sabedor que usted es amante del mar y los veleros-nos dijo el agente que decía llamarse Kurt.

Mi mujer y yo nos quedamos en principio sin saber qué hacer pero ante las insistencias del señor Kurt accedi. al regalo.

Mi mujer eligio un velero Williams fife de 1927 recomendado por la señora Berta Buch por su tamaño y maniobrabilidad.

Desde entonces nuestro hijo Elias y nuestra hija Margarita disfrutaron y aprendieron a navegar con el Eolo ,como lo bautizo mi mujer.

Fue un motivo de felicidad para la familia durante largos años.

En el año 1953 vino a visitarnos Julián el chico al cual salvé.

Era ya un alto ejecutivo de una de las empresas del padre.

Un hombre fuerte y jovial que nunca olvidaba lo sucedido en aquel verano del 32.

Pidió a Elias que diesen un recorrido con el velero  por la bella bahía de la ciudad y así tendrían ocasión de hablar de sus asuntos ,de sus  vidas y recordar aquella partida de tenis con raquetas y pelotas de ping pong en el Aliotis veinte años atrás.

Salieron temprano .Era día soleado y mar tranquilo.

Elias se sintió mareado ,se puso pálido y se sentó en el borde de estribor.

Desafortunadamente en ese momento vino un golpe de ola solitaria e hizo que el mareado de Elias cayese al agua.

Julian ,sin pensarlo ,se lanzó a rescatarlo ,no porque su amigo no supiese nadar,sino porque  temía que con el mareo y la indisposición que sufria no tuviese energías para retomar el velero.

El sueño con el viejo velero Eolo me trajo tantos recuerdos bellos y amables que he sentido deseos de llorar.

Mi mujer ya no está.

Mis hijos y mis nietos viven en otros continentes.

Salomón y su mujer Berta fallecieron hace varios años y de Julián nunca volvi a saber.

Vivo solo. 

Miro al Mediterraneo día tras día .

Recompongo en mi soledad  la memoria de los días felices con los míos y con mis viejos amigos.

Tempus fugit!

Año 1971

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