275-ROMA BELALCAZAR JUAREZ

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275-ROMA BELALCAZAR JUÁREZ

“Aquella bella y picara muchacha nos robó el corazón.Desde el murete que separaba la casa de Doña Bernardina podíamos observar a Roma Belalcazar paseándose en su jardín como diosa romana .Ella se sabia mirada y observada por nuestros ojos adolescentes y esto acrecentaba en su ego ese raro sentido de divinidad cuando los demás te desean.

Jacinto,el atrevido,le lanzaba besos,le decía Romita,le cantaba Mon amour que aprendió en días de ensayo con el profesor de francés y cada ocho días le componía un poema.Roma sentía que su corazón se derretía de vanidad pues justamente con Jacinto pavoneaba y componía por los caminos del jardín sus mejores y más sensuales pasos.Y Jacinto le gritaba dulcemente:Romita,di que me amas! A todo lo cual Roma le dirigía una sonrisa tan medida y dulce que el pobre Jacinto caía derrotado de amor en sus propios predios imaginativos.

Lorenzo en cambio,,el callado,como le decíamos,colocaba la barbilla en la cumbre del muro y seguía a Roma en todos sus movimientos como si los estuviese filmando en la cámara de su corazón.Se le escuchaba los respiros entrecortados cuando Roma se agachaba a coger mirtos,cuando cortaba los nísperos,cuando regaba con ceremonial divino a ls variadas rosas y hasta lo vimos llorando sobre el muro porque presentía,tal vez,que Roma era el amor inalcanzable de su vida y esto le generaba una extraña amargura que lo hacía recogerse en el salón más íntimo de su alma.

Pero ay!,veledoisa diosa del amor,Venus sagrada,cuando Roma dirigía sus ojos al descomplicado Julian quien parecía pensar más en Aquiles,su caballo,los claros ojos de Roma se detenían enternecidos y enamorados del muchacho que poco le decía,que nada le alababa,que no le hacía poemas ni le enviaba besos ni flores.Y cuando sus ojos se cruzaban con los de Julian su cuerpo se estremecía como si la tierra tuviese dolores de amor y el rubor se le trepaba a las bellas mejillas y ahora era ella la que deseaba alcanzar aquella divinidad que la miraba desde el muro de Doña Bernardina.”

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