249-LA CABALGATA
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249-LA CABALGATA
Aquella cabalgata es inolvidable.Celebrabamos las bodas de oro de los padres de mi amigo Miguel Fuertes.
Como familia amante de los caballos Miguel propuso una cabalgata por los cerros aledaños a su finca.Iriamos él,Martín su cuñado,los dos hijos de su hermano Berto y Violeta una amiga de infancia.Y yo,por supuesto.
Como no he sido buen chalan pedi a Martín que me dejase el caballo más dócil y tranquilo de su cuadra.
-No te preocupes-me dijo-irás en Baco el caballo más dulce,tranquilo,dócil de la cuadra.No le caben más epitetos -terminó diciendome -como para que no tuviese intranquilidad y la cabalgata fuese un buen recuerdo.
Los jinetes subieron a sus respectivos caballos los cuales tenían nombres sonoros..Juno,Marte,Hércules y Diana que era el nombre de la yegua que montaría Violeta.
La verdad es que en el momento en que me presentaron a Baco ,mi caballo,éste me pareció raro,por decirlo de alguna forma,porque el caballo me miró con sus enormes ojos haciéndome un guiño.Crei e interpreté que el caballo tenía algún problema y por esa razón guiñaba el ojo.No quise preguntar a Miguel si Baco tenia algún defecto en su vista.
El día era luminoso y los jinetes disfrutabamos del paisaje.Yo me coloqué de ultimo en la cabalgata porque no quería que Baco sufriese de estrés y fuese a dar conmigo al suelo .En verdad el caballito era tan manso que parecía de madera porque era tal su quietud al caminar que parecía no caminar.
Martín decidió que parásemos en una fonda a tomar un refrigerio.Cuando descabalgué suavemente pude ver nuevamente a Baco haciéndome guiños con tal intensidad en su mirada que me pareció ser conciente de lo que hacía aunque yo desconocía lo que el equino quería significar.
Terminado el breve descanso y refrigerio Martín advirtió que tomaríamos la ruta del antiguo camino de arrieros que bordeaba el filo de la montaña y que por lo tanto cabalgásemos con prudencia para evitar un traspiés.
Nadie dijo nada porque ellos estaban acostumbrados pero me inquieté pensando en mí raro caballo que si tenía la facultad de guiñarme un ojo,el derecho,igualmente podría hacer algo raro a bordo de cordillera y conducirme al fondo del abismo.Pero como no quería mostrar mi temor me abstuve de preguntar sobre el peligro real del camino de arrieros y tragándome susto con orgullo pedí a Martín que me dejase seguir su caballo.
-Claro que si,sígueme -me dijo -alegre de comprobar que montaba a Baco como cualquier jinete adiestrado.
Cuando llegamos a un riachuelo el caballo de Martín buscó por instinto o conocimiento la parte menos profunda,pero el bellaco de Baco se separó rápidamente de la ruta de Martín y hondo y horondo,por no decir otra cosa,se sumergió literalmente en la parte más profunda dejándome con el agua al cuello hasta el punto que no supe si soltar al alocado equino o defenderme a nado con mis propios medios.Martin,su familia y su amiga Violeta se hallaban sin poder frenar el ataque de risa al verme en semejante apuro .
Le dije a Baco lo que nunca he dicho a nadie.”Con razón me guiñabas el ojo caballo hijueputa,con que mansito y con cara de pendejo?A mí no me volves a cargar y si me tengo que devolver a pata,a pata lo hago.”
Martín conmovido con mi enojo me recalcaba que jamás Baco se ha portado mal,siempre ha sido un caballito juicioso y manso .Martin sentia sinceramente que el caballo me hubiese hecho semejante trastada y
para aliviar mi disgusto me ofreció aguardiente que llevaba en su cantimplora:tomate un trágito,eso aliviará tu disgusto y hasta querrás volver a montar a Baco porque eso de regresarte caminando no es buena idea,créeme-me dijo.
La idea de volver a montar Baco no me seducía,pero como Martín insistía en que bebiese otra copa más y otra más,terminé mareando el cerebro y no me importó cabalgar nuevamente sobre el mojado Baco y asistido ahora por una extraña valentía le dije a Martín y a los demás jinetes:muchachos ya me mojé,ahora quiero ir delante para decirle a Baco que se jodio conmigo porque si él es manso ,yo soy berraco y ya no tengo miedo ni de cabalgar camino en filo de montaña,ni de cruzar ríos como el Cauca,ni de apretar riendas para que corra.
Martín que reia de mis palabras me dijo:haz lo que quieras; si quieres venir en cola, bien;si en cabeza también.
Entonces dominado por la euforia de la bebida me trepé de un solo saltó sobre el lomo de Baco que no cesaba de guiñarme el ojo derecho.Vamos pues caballito -le grité -y conmigo es a correr y nada de ir como caballito de madera .Ante mis gritos de “arre Baco” ,éste se paró en dos patas y quedé suspendido agarrado de las riendas y en vista de que no caía ,Baco se dio una potente sacudida y salí volando como marioneta.Fui a dar a un pequeño y barroso charco quedando mi figura tan desfigurada que los demás jinetes sentian ahora compasión debido al lamentable estado en que me hallaba.
Fue tal el golpetazo que podría afirmar que se me pasó el efecto del alcohol y quedé tan rendido que ya no quería saber nada de cabalgata y sin pensármelo dos veces dije a los caballistas:Sigan con su fiesta que yo me devuelvo a pie,si me pierdo me buscan y si no llego al momento en que los festejados partan el bizcocho de las bodas de oro,guardemen pedazo.
Martín me rogó que volviese con él en su caballo que era fuerte y baquiano pero ya no estaba mi ánimo para correrías.
Mi camino de regreso fue tortuoso y si no es por unos campesinos hubiese ido a dar al polo norte.Para mi fortuna me hicieron un pequeño mapa cosa que no se le ocurrió a Martín ,ni yo de pedirlo.
Cuando llegué a casa de los festejados era de noche,las puertas estaban cerradas y alcancé a escuchar al padre de Martín decir:vayan hacia la Casa de Duendes que a lo mejor el pobre se habrá quedado a dormir allí.
Cuando me presenté en la puerta toda la familia descansó.Que cabalgata por Dios!