213-EL CARRITO DE LOS HERMANOS VARGAS STRAUS
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213-EL CARRITO DE LOS HERMANOS VARGAS STRAUS
La infancia es una etapa que se parece a un gigante arcón dónde vamos guardando sentimientos,pensamientos,imágenes,fantasías,jueguetes y juegos,amigos,olores,espacios etc etc.
Y podría decirse sin equivocarse que el arcón de nuestros vecinos y amigos los tres hermanos Vargas Strauss llenaron el arcón de su infancia con el maravilloso carrito que les hizo su padre,Don Alcides Vargas.Tardó un par de meses en fabricarlo y la verdad es que su mujer Doña Berth le ayudó con tanto fervor que por momentos el esposo pensó que su mujer se estaba ilusionando más que sus propios hijos.
Tomó como referencia e inspiración para el carrito una vieja ilustración de la carroza de la cenicienta, aplicando su creatividad mecánica y eléctrica que eran justamente su fuerte en cuanto a conocimientos se refería.El carrito estaba provisto de tres pequeños habitáculos,uno para cada hijo.Todo el cuerpo del carrito era madera lo mismo que sus ruedas y reposaba en fuertes resortes que hacían que todo el aparato básculase para alegría de los niños.
En la parte superior de carrito el señor Vatgas tuvo la ocurrencia de colocar un artilugio que permitía gracias a su cadenado ir ,a manera de teleférico ,de un sitio al otro de la casa “volando” como decían sus pequeños pasajeros.
Este carrito se constituyó en el juguete preferido de todos los niños de la vecindad los cuales podrían montarlo una sola vez por semana,hasta que a Oliverio el mayor de los hermanos se le ocurrió que cobraría la subida al carrito cuestión que a ninguno pareció justo.Total:los niños dejaron de acudir a la casa de los Vargas Strauss y estos al ver que su carrito no resultaba atractivo lo fueron abandonando poco a poco y claro,Doña Berth no quería un cacharro inútil ocupando tanto espacio en la casa y lo hizo desmontar.
EL padre de uno de los niños vecinos lo compró a Don Alcides con la condición de que lo montase en su casa.
El niño el día que lo estrenó tuvo el infortunio cuando “volaba” por la casa de desprenderse el artilugio que lo ataba al cadenado y vino a dar al suelo propinándose un chichón que le impidió salir a la calle por temor de verse burlado por sus amigos.
Cuando Don Alcides Vargas se enteró de lo sucedido fue a casa de su vecino comprador del carrito pidiendo disculpas y exonerándolo de pagar las cuotas restantes que le debía del carrito porque entendió que se había olvidado de colocar contratuercas al artilugio.
Hoy los hermanos Vargas Strauss ,pasados ya más de cincuenta años ,recuerdan con cariño aquel carrito que con tanto amor les construyó su padre.