339-DIARIO DE UN MUERTO

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339-DIARIO DE UN MUERTO
Ayer ,a las tres y diez minutos de la madrugada cuando el gallo barbirojo de doña Anita Fuster rompía el grueso silencio que envolvía la casa,morí. Simplemente deje de respirar y me sumí dulcemente en el estado horizontal de todos los muertos.
Mi mujer que minutos antes resoplaba como barco lastimero ni se enteró  de mi muerte.Estaba clavada en la orilla opuesta de la mia en la cama que nos regaló  don Jacinto  cuando decidimos casarnos cuarenta años atrás en medio del jolgorio familiar en aquel jueves santo lluvioso e irreverente.
Siempre pensé que la muerte era grave,oscura como la noche sin luna,fria como el hielo carbónico que vendía Rosita la heladera a los niños de la escuela cercana.Pero no,simplemente se paró  el corazón como tren que se descarrila a poca velocidad con estridencia de pollito que se ahorca en la malla de su jaula.Ni dolores ni aspavientos y si con esa extraña compostura con la que circulan por los salones penumbrosos de las casas los fantasmas juguetones.
Intenté ,después de escuchar el ultimo kikiriqui abrir los ojos ante la evidencia de la muerte,pero que va,ni poquito los abría a pesar de que veía en extraña procesión ,como si de película de alta definición se tratase ,todos los personajes que asistieron mi vida desde que aprendi a recordar de niño y muy niño..Era tal la cantidad de nítidas imágenes que a acudían a no se cual parte de mi yo ,que dejé  de insistir en abrir los inútiles ojos.
Sacudí mis brazos para deshacerme no sabia de qué  cosa que flotaba como mariposa blanca en el techo oscuro de la habitación,pero fueron inútiles como inútiles mis piernas que querían levantarse y huir no sabían,tampoco,hacia donde.
Me abunda y me invade la inutilidad ¡-grité  sin ser oído por nadie pues nada gritaban mis pulmones y nada hablaba mi lengua.
Definitivamente estoy muerto y mi mujer sigue atrapada en ese pesado sueño de los ronquidos y el instrumento de mi voluntad estaba a merced de los acontecimientos propios de los muertos.
Vaya por Dios!-exclamé  sin eco alguno.
Recordé ,eso si ,el día en que el padre Milagros predicó  desde el púlpito adornado con hojas de acanto y espíritus santos,sobre la muerte y lo que ella significa para los creyentes.
“Queridos hijos-recitaba el cura que tenia alma de serafín barroco ,manitas de niño y vocecita de cristal-la muerte es la siesta de la una de la tarde sin despertar alguno.
Doña Marcira Engracia le grito desde el fondo de la iglesia “tenga cuidado con lo que dice porque muchos querrán no salir de las siestas”
La gran película de la vida se anuncia en las estancias de mi yo y corre como cinta transportadora de emociones,de culpas y logros y esa mi esencia cósmica,queda alelada ante el cumulo de paisajes vitales que se suceden mágicamente delante de los ojos de mi alma.
Hijo ,decía mi madre-el alma tiene sus propios ojos y con esos es que te veo cuando no te veo.
Creo que con esos ojos es que veo mi lejana niñez cuando la iglesia de mis padres se derrumbó  acosada por las ondas sísmicas de la tierra y yo,su niño,quedé  atrapado por la estampida humana que no lograba alcanzar el dintel de la puerta escapando de la muerte aplastante.
Que gritos de terror tan animalmente humanos!
Alcancé  a ver la cara de la muerte sembrada en los ojos de la pobre mujer que fue traspasada por los agudos tacones de las otras aterrorizadas mujeres que reclamaban a los santos ángeles de la guarda protección en tan extremo suceso.
Senti,entonces,que la respiración se alejaba de mis pulmones presionadas por el peso de la montaña humana que se acumulaba sobre mi cuerpo infantil.Rece mientras mis sentidos huían hacia esa nada desconocida y me dije que la muerte es un sueño de siesta porque mi conciencia se alejaba vaporosamente hacia el campo del olvido.
Siempre he pensado -qué  más  da despertar al minuto del sueño,despertar a los tres siglos o nunca despertar y este pensamiento da paz a mi espíritu ante la inquietud y la zozobra que emite la muerte.
Mi mujer que ha dejado de roncar busca a oscuras mi cuerpo para obtener seguridad de que todo anda dentro de los causes de la normalidad.
Que hora es?-me pregunta
A pesar de que la escucho y quiero responderle ,un vacio cósmico media entre los dos.
Marido-me pregunta-estás bien? Tu piel esta fría!
Claro que lo estoy,son tres horas desde mi muerte-quise explicarle.
Mi mujer atenazada por la inquietud zarandea mi cuerpo buscando reacción,pero no estoy para respuestas y mi cuerpo se deja conducir por las oleadas de movimientos que le propicia mi mujer ,sacudida,a su vez,por las ondas del miedo de hallarse con la realidad de un marido huido hacia la muerte.
La veo saltar de la cama enloquecida tropezando con los muebles de la habitación porque no halla el teléfono en su enorme bolso.Decide,sin arreglar su cuerpo,salir al exterior de la vivienda para invocar ayuda de nuestros vecinos,los señores Ram Khin ,quienes precisamente partirán en un par de horas hacia su país en busca del sol y de la familia.
-ha muerto mi marido-ha muerto mi marido-grita en la puerta vecina mientras se arregla el cabello suelto y desordenado..Parece un fantasma matutino.
-que sucede Margira?-pregunta la señora Khin a través de la cristalera que la separa de la calle.
-ha muerto mi marido,auxilio por favor.
El señor Ram Khin que adivina la angustia de la mujer ,sin mediar palabra ,desaloja los pasadores de la puerta y se lanza en compañía de la angustiada hacia el interior de la vivienda y de la cama en la que descanso en paz.
El señor Ram khin es un buen hombre.Con su figura delgada de torre,sus ojos melancólicos y su voz de tono militar se lanza sobre mi cuerpo buscando las pulsaciones de un corazón desfallecido.
Maldita sea!-su marido acaba de expirar,aun se percibe cierto temblor en su cuerpo,tráigame usted Margira un cable eléctrico,tal vez lo traigamos al mundo.
El hombre de acción decidida, sin pensarlo dos veces ,conecta mi cuerpo a la red eléctrica y mientras mi mujer con sus ojos asustados espera la reacción de mi cuerpo,un humillo con olor a carne se esparce por los corredores de la casa.
Nada siento, pero cierto gozo aletea en esa parte desconocida de mi yo al verme liberado de tortura o dolor,los cuales no siento.Mi mujer inquieta ante la ocurrencia del señor khin le ruega con pudor-señor dejemos al muerto en paz con su paz y llamemos al médico para que certifique la muerte de Arquid Bálsamo de los Soles,mi marido,heredero de los Bálsamos,presidente de la asociación de protectores de la serpiente ars contibus,contribuyente perfecto del estado de cosas y artífice de la ultima novela sobre el naufragio del Ritmo Azul en los mares rojos de la India.
El señor khin en la inutilidad de su esfuerzo en devolver la vida del vecino,se excusó  porque tenia la obligación de vestir bien ante el ausente y no perseverar con su pijama de rayas negras y grises.

Perdone Margira,voy a cambiar de ropa a casa,regreso enseguida-dijo a la angustiada mujer.

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