332-EL HOMBRE QUE VENERABA LA MÁQUINA
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332-EL HOMBRE QUE VENERABA LA MÁQUINA
Me contaba mi amigo Gerardo,que allá por la década del 50 a su fábrica llegó un hombre
que sin ser ingeniero conocía en profundidad los telares de su empresa textil.
A Gerardo aquel hombre le pareció un sacerdote moderno cuyo dios cercano era la máquina de tejer que se le asignó.
Cuando ingresaba a la fábrica a las seis de la mañana ,Torcuato,como se llamaba el hombre,se le veía arrodillarse delante de la máquina,la recorría después con la palma de la mano como si estuviese acariciandola,la miraba por detrás,por delante en un ejercicio de veneración como nunca nadie había visto,rezaba,o así lo parecía,una serie de jaculatorias incomprensibles y finalmente la encendía con tal fervor que aquello semejaba a la inauguración del más extraño y complejo artilugio por parte de su creador.
Cuando la máquina iniciaba ,gracias a su motor,las funciones que le eran propias ,Torcuato ponia tal cara de satisfacción y de alegría que cualquiera que lo viese podría perfectamente entender que aquel hombre era feliz viendo el funcionamiento sano de su máquina.
Un amiigo de Gerardo,que vino a ser Jefe de Torcuato logró ganarse su confianza y así aquel pudo explicarle su extraña liturgia.
Mire usted-dijo Torcuato-con está máquina mi abuelo crío su familia y con esta misma máquina mi padre levantó la familia.Por lo tanto entienda usted lo que este telar representa para mí que soy heredero de dos generaciones.Siempre en casa mi padre hablaba de la máquina como la diosa buena y siempre le propició todo tipo de cuidados.Jamas escuché que se hubiese dañado.”Lo que amas es parte de lo que sueñas”--decía el abuelo indicándonos que si amas las herramientas de tu trabajo tu trabajo será bendecido.Y créame que en esto tenían razón ,la máquina del telar se me representa como si fuese un caballo,un perro que esta a nuestro lado trabajando incansablemente para darnos el pan y si la cuidas esa máquina siempre hará maravillosas urdimbres lo que es decir bellas telas.
Y desde aquel día que le fue contada la historia,Gerardo sintió un especial afecto hacia aquel hombre que todos los días realizaba aquella liturgia de veneración hacia su máquina de telar..
Ese hombre lo que ama es su trabajo-decía mi madre cuando le narré lo de Torcuato,porque no convenía que se le rindiese veneración a un artilugio que al fin y al cabo es el conjunto de tornillos,lanzaderas,bobinas,cadenas y otros hierros,todo lo cual,en última instancia es un cacharro útil e inconsciente.